El Black Onyx de Colbuenco

El Black Onyx de Colbuenco

Gracias “Rodri” por todos esos años de dedicación y servicio fiel, por esa actitud especial en nuestra comunidad. No hablamos de su dedicado trabajo diario, hablamos de esa sincera sonrisa y entrañable saludo de acogida que nos regalas a cada una de las personas que llegamos, todos los días al colegio para cumplir con nuestra labor.

Ya sabrán de quien hablamos ¿cierto? Su nombre es Rodrigo Cañate Valdés, tiene 20 años de casado, dos hijos y dos nietos. Y además, va a cumplir 39 años de estar cuidando al colegio y a la comunidad. Inició su vida laboral en el Buen Consejo en el año 1977 siendo muy jovencito, pero la necesidad de obtener su libreta militar le hizo retirarse del colegio. Pasados unos años, las hermanas Agustinas le llaman para que regrese, acogiéndole de nuevo como trabajador a partir del 1 de diciembre de 1980. A pesar de que su deseo de trabajar correspondía a la necesidad de contribuir económicamente con el sustento de su familia también le motivaba el afecto y el cariño que le tenían las hermanas.

Durante los primeros años de trabajo, las hermanas le llamaban la atención y le regañaban por vivir su vida un poco desordenada. Se siente muy agradecido con ellas por eso, era por su bien, tuvo la suerte de haber conocido una comunidad que se interesaba por el crecimiento y el bienestar de sus trabajadores, lo que le ha permitido sentirse querido y respetado durante todos estos años de trabajo.

“Que se preparen bien para el futuro y que sean buenas personas”

Siempre ha pensado que debe entregar lo mejor de sí, ser responsable, respetuoso, pero sobre todo hacer su trabajo con mucha alegría. Todo el esfuerzo por tratar de cumplir bien con su responsabilidad es premiado por el cariño de las niñas, sobre todo cuando le dicen: “Rodri, nosotros a ti te queremos y te queremos bastante”. Y otras manifestaciones de cariño como que le tiren besos y en algunas ocasiones, le compartan algo de sus meriendas.

Rodri considera que, en su trabajo, lo más importante es hacer las cosas bien y ser muy responsable con su labor, pero en estos momentos se encuentra a “media máquina”, ya que padece de un problema de columna que le afecta al desempeñar su trabajo. Pero Sor Mireia, la Directora del colegio, le ha pedido al señor Johny Farah, el jefe inmediato, que le asigne el cuidado de la puerta y los jardines de la institución. “Rodri, ya tú le has dado bastante al colegio” le ha expresado la religiosa.

Son muchos los recuerdos que atesora en su corazón, pero guarda uno que, al traerlo a la mente, le saca siempre una sonrisa: “En los tiempos de las Agustinas, estaba Sor Ana como administradora y un 25 de diciembre me tocaba trabajar. El día anterior estuve de festejo por mi cumpleaños. Pero no le avisé a mis papás para que me despertaran. Cuando vi que la luz del sol entraba por mi ventana, me levanté, me cambié como pude, fui a la cocina y cogí un poquito de almuerzo. Cuando llegué al colegio, vi a Sor Ana que ya estaba regando y no sabía si llamarla o devolverme. Pensé: Si me devuelvo es peor, mejor la llamo. Cuando la llamé, sor Ana me quedó mirando y me dijo: ¡Rodrigo, lo que faltaba! Que tú me tuvieras a mí de celadora, aquí en el colegio!”

Rodri nos dice que quiere aprovechar la oportunidad para regalarles un consejo con mucha nostalgia y sinceridad a las niñas y niños de este colegio: “Que se preparen bien para el futuro y que sean buenas personas” y a las hermanas:

“Que sigan con la labor de educar a los jóvenes y hacerlos personas útiles a la sociedad”.

Y para finalizar nos dice: “Con esta Congregación, el colegio ha ido creciendo y está más bonito. Y yo siento que he crecido. Me siento agradecido con Dios porque cuento con una familia excelente y las mejores relaciones humanas con toda la comunidad Colbuenco.”

Equipo de Pastoral